El director del Instituto de Investigación de Turismo de Nueva Zelanda, Simon Milne, cree que el turismo provoca rechazo cuando afecta la calidad de vida de los autóctonos. La solución: El turismo lento.
Viajar tranquilamente es lo que propone
el turismo lento (slow tourism en
inglés), el que permite al turista saborear sin prisa su destino y conocer a su
gente. Un gran defensor de esta opción es el director del Instituto
de Investigación de Turismo de Nueva Zelanda (NZTRI, en sus siglas en inglés), Simon Milne, quien considera que las nuevas
tecnologías juegan un papel muy importante para conectar a los visitantes con
los autóctonos y viceversa, y así, fomentar “el desarrollo de un turismo más
sostenible”.
Los habitantes de la región de
Southland, en Nueva Zelanda, el quinto país más recomendado
del mundo, han creado una página web en la que desde los alumnos de una
escuela hasta la dueña de una pequeña cafetería de pueblo explican cómo es su
territorio y su cultura a través de publicaciones, podcasts de audio o vídeos.
Se trata de lo que Milne llama Web-Raising,
portales en los que se da voz a las comunidades autóctonas para que cuenten una
historia única al visitante y puedan interactuar con él. El turista, por su
parte, mientras viaja por el país, va siguiendo estos contenidos online a
través de la tableta o el smartphone.
“A menudo cuando se habla de nuevas
tecnologías en el turismo, se habla de smartphones,
robótica, big data… Pero el
elemento clave es que el turismo puede representar el anzuelo para implicar a
la comunidad en el uso de las tecnologías”, cuenta Milne, que también es
profesor de turismo en la Universidad de Tecnología de
Auckland.
Desde el NZTRI consideran que este
método fomenta el rendimiento del turismo: “si podemos recibir más dinero por
cada visitante no necesitaremos tener cada año más y más visitantes”, afirma.
La estrategia de Nueva Zelanda es evitar la masificación. El año pasado
recibieron 2,8 millones de turistas extranjeros, muy por debajo de España, con
65 millones. Y es que, según el profesor, “cuando las personas ven afectada su
calidad de vida por el turismo dejan de darle soporte”. Ejemplo de ello es el malestar que se vive en
el barrio de la Barceloneta de Barcelona, caso sobre el cual
está al corriente el experto porque tiene un doctorando barcelonés a su
cargo.
En este escenario del turismo lento y
la interacción autóctono-visitante, también juegan un papel importante empresas
del ámbito de la economía colaborativa,
como Airbnb, Blablacar o Trip4real, según Milne. “Si nos fijamos en la idea que
vende Airbnb veremos que dice ‘queremos que te sientas como en casa’. Y esto
está en el corazón del turismo lento”, aclara.
FUENTE:
http://www.lavanguardia.com/tecnologia/internet/20150416/54429964997/nuevas-tecnologias-impulsan-slow-tourism.html
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